El padre de un asesino. Alfred Andersch
En la
portada del libro observamos a un niño de siete años de edad, pulcro, de
postura firme, ojos potentes; en el futuro sería el rostro del terror y uno de
los monstruos de nuestra historia: Heinrich Himmler.
Alfred
Andersch nació en Munich, militó en las Juventudes Comunistas de Baviera,
participó en la Segunda Guerra Mundial y desertó en 1944 en el frente italiano.
Luego comienza su carrera literaria, fue influenciado por el circulo
intelectual de Suiza en 1958, en esas tierras hace un vínculo de fuerte amistad
con Max Frisch, arquitecto y escritor suizo en lengua alemana, que dedicó su
obra a los problemas del hombre relacionados con la identidad, la
individualidad, la responsabilidad y el compromiso político y moral, aspectos y
rasgos que marcarían toda la obra de Andersch.
Un salón de
clases se convierte en un campo minado por la soberbia, la envidia y el miedo.
El director de un plantel entra sin aviso interrumpiendo una clase de cuarto
año, el profesor de turno palidece ante la presencia del superior. El director
comienza a indagar sobre el nivel de aprendizaje de los alumnos uno a uno, la
prueba es una frase escrita por él en el pizarrón: “Es digno de mérito alabar a la patria”. Frase que deben escribir en
griego. El director no es un hombre cualquiera, es un noble, un filólogo, su
nombre es Gebhard Himmler, padre de quien sería el mayo asesino de la Segunda
Guerra Mundial.
Andersch
toma el nombre de Franz para contar su experiencia de lo que define “la hora
más larga de su vida”, cuando tuvo que aguantar la tortura psicológica de la
que fue objeto durante la lección de gramática griega, al igual que la
frase “Es digno de mérito alabar a la
patria” debe demostrar que él es digno de alabanza por sus méritos.

El padre de un asesino es una obra brillante que
irónicamente deja en la oscuridad la siguiente reflexión:
El
humanismo no protege de nada
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