Paul Auster y J. M. Coetzee: Una amistad inolvidable.
Dos de los escritores más importantes y notorios de la literatura durante tres años compartieron sus visiones acerca de diferentes tópicos que mueven al mundo. Aquí y ahora.Cartas 2008-2011 es la constancia de un documento invaluable, la correspondencia entre Paul Auster y Coetzee.
Paul Auster
es un escritor sensible de una emotividad deslumbrante, poseedor de una imaginación sin
límites y de una sencillez palpable. Coetzee es un hombre brillante que
gusta del silencio y por ello sus planteamientos son cortos, directos y de una
sobriedad digna de su intelectualidad. En sus diferentes formas abarcan temas
tan interesantes como la amistad y el incesto, sobre el dinero "la mayor ficción creada por el hombre", hablan de la crítica
literaria y de la admiración de ambos por Philip Roth a quien consideran el
escritor norteamericano más importante en vida, abordan los conflictos en las
tierras árabes y la culpa ante los escritos inacabados. Comparten sus victorias y fracasos, sus miedos y anhelos.
En extremo
interesante se hace el diálogo que sostienen sobre la actividad de su
imaginación cuando leen y escriben, aquí un extracto de dicho intercambio:
Querido John:
(…) Hablas de tu sentido espacial como escritor,
pero también tengo curiosidad por saber lo que <<ves>> en tu cabeza
cuando lees una novela o un relato breve; o mejor aún, un cuento de hadas. Si
lees lo siguiente: <<Érase una vez una anciana que vivía con su hija en
una cabaña en el lindero de un bosque oscuro>>, ¿qué imágenes te vienen a
la mente, si es que te surge alguna? No se dan muchos detalles. Ni nombres, ni
edades, ni lugar preciso ni descripciones físicas, y sin embargo, por motivos
que me resultan enteramente misteriosos, yo tiendo en cierto modo rellenar los
espacios en blanco. No de forma concienzuda, quizá, pero suficiente para
imaginar una mujer voluminosa, de corta estatura, con delantal, y luego una
chica adolescente, delgada, con largo cabello castaño y tez pálida, y percibir
el humo que se eleva por la chimenea de la cabaña. ¿Acaso la mente aborrece el
vacío? ¿Hay necesidad de dar cuerpo a lo que es vago e informe para concretar
la acción?, ¿o puedes conformarte con las palabras escritas en la página, por
sí mismas?, y en tal caso, ¿qué te ocurre al leerlas?
Paul
Querido Paul:
(…)En tu última carta pones sobre la mesa la
discusión sobre los espacios ficticios y me preguntas qué veo con la
imaginación cuando leo en un libro que había una vez una anciana que vivía con
su hija en una cabaña en el lindero del bosque. Comparado contigo, me da la
impresión de que tengo una imaginación visual bastante pobre. En el proceso
normal de lectura, creo que yo no <<veo>> nada. Es solo al llegar
tú y pedirme un informe cuando reúno retrospectivamente una anciana
rudimentaria con la imaginación y luego la hija, la cabaña y el bosque.
Lo que sí parece que tengo, en lugar de
imaginación visual, es lo que llamo vagamente un aura o tonalidad. Cuando mi
mente regresa a un libro en concreto que conozco, da la impresión de que me
evoca un aura única, que por supuesto no puedo expresar con palabras sin
reescribir el libro entero.
John
Un reflejo distinto e inédito de dos escritores que han cautivado a sus lectores a lo largo de sus creaciones.
Una joya literaria que no debe faltar en biblioteca alguna.
Pese a algunas fragmentos muy destacables, a mí no me parece una lectura imprescindible debido a la cantidad de temáticas abordadas que se alejan de lo que supuestamente les interesa a sus fieles seguidores. Bueno, esta es sólo mi modesta opinión. Saludos.
ResponderEliminarYo sí me anoto esta lectura. Algo queda, más aún tratándose de dos autores tan destacados. Tal vez Offuscatio tenga razón, pero insisto, algo queda. Acepto el préstamo y la consecuente devolución.
ResponderEliminarDe Auster a Coetzee hay mucha distancia... en favor del sudafricano.
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