Aquello estaba deseando ocurrir

La escritura saca fuerzas donde el miedo predomina;  busca ver más allá de la existencia; trata de dar un espacio a las dudas sin importar sus conclusiones o respuestas.

Leonardo Padura es uno de los grandes escritores de nuestros días, sobreviviente de una de las dictaduras más prolongadas en la tierra. El sello editorial Tusquets se anota un gran punto al publicar una antología de los cuentos de este escritor nacido en La Habana.

Los trece relatos presentes en Aquello estaba deseando ocurrir  fueron escritos a finales de la década de los 80 hasta el 2010. En ellos se reflejan las tragedias y desventuras de personajes que tratan de desarrollar una vida normal dentro del confuso mundo del totalitarismo, donde las libertades  no existen convirtiéndote en un esclavo del pensamiento unilateral, una presa de los ojos que te vigilan y que asumen una peligrosa y enfermiza paternidad.

En La puerta de Alcalá se exponen las inquietudes de la libertad a través de la hermosa imagen de la obra de Velázquez Vista del jardín de la Villa Médicis, que el protagonista del relato observa al adquirir una edición de segunda mano de la colección “Los diamantes del arte” de Ediciones Toray de 1973. El libro está identificado por su anterior dueña, una mujer sin rostro de nombre María Fernanda;  ella se convierte en la guía y obsesión del protagonista que cumple una misión-castigo para la revolución como periodista en Angola de los años 70 durante la intervención cubana en la guerra civil de la nación ubicada al sur de África. Mientras le quedan pocos días para regresar a la isla y animado por la lectura del libro que detalla la vida y obra de Velázquez decide arriesgarse modificando su itinerario, retrasando un día su llegada para poder estar en el Museo del Prado y ver una exposición de la obra del pintor barroco que casualmente es homenajeado para la fecha. Dicha decisión le mostrará el doloroso pasado que insiste en ser presente.

Luego en Nueve noches con Violeta del Río un joven del campo que inicia su carrera universitaria se traslada a La Habana.  Una noche  queda deslumbrado por una mujer encantadora que pisa el escenario de un local impregnado de la nostalgia que emana del bolero. Sus visitas se hacen costumbre hasta que llega la gran zafra azucarera de 1970 donde el gobierno revolucionario dedicó todos los recursos y esfuerzos del país para lograr la producción de 10 millones de toneladas de azúcar para pagar sus deudas, obligando a todo ciudadano a ser partícipe de la demolición extensiva de grandes cantidades de tierras para la siembra de caña. El hecho rompe con el amor, al inicio platónico y luego consumado, cuando el local cierra sus puertas al ser clausurado.

En otro relato titulado La muerte feliz de Alborada Almanza la protagonista se topa con la restitución de las carencias a las puertas del cielo, en los momentos finales de su vida se le concede el paraíso perdido, la despensa llena haciendo de la revolución un mal recuerdo.


Padura ha sido por momentos criticado por su silencio en los medios sobre los temas políticos de la isla. Razón tiene, basta con leer sus libros.                                                        



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