Las premiadas cenizas de McCourt
Frank
McCourt escribe sus memorias, una historia honesta sobre los peores
sentimientos del hombre en una sociedad irlandesa que aplastada por el discurso
de la colonización de los ingleses y por la neblina de la religión no asume sus
errores y responsabilidades desvaneciéndose así en un espiral de víctimas sin
sentido.
"Peor que la infancia miserable común es la
infancia miserable irlandesa, y peor aún es la infancia miserable católica
irlandesa" Así McCourt recuerda y define su infancia e inicia la
narración de su vida. La infancia es una etapa de sueños, descubrimientos y
risas pero en Frank es el tropiezo con las injusticias de la vida. A temprana
edad conoce el rechazo del inmigrante: nace en New York en 1930 y a sus cuatro
años de edad sus padres decidieron retornar a su tierra de origen Irlanda. En
su nuevo hogar es un extraño, un yanqui con
un padre refugiado en el alcohol y una madre que trata de sobrevivir junto a
sus pequeños hijos.
“La gente en todas partes se jacta o se queja de los infortunios de
sus primeros años, pero nada se puede comparar con la versión irlandesa: la
pobreza, el padre alcohólico, locuaz e inestable; la piadosa y derrotada madre
gimiendo junto al fuego; sacerdotes pomposos; maestros
abusivos; los ingleses y las cosas terribles que nos hicieron durante
ochocientos largos años.”
La población de
Limerick es el telón de fondo para el infortunio, se definen a sí mismos como
una sociedad justa y católica de grandes principios pero, la verdad, son la
viva interpretación de los excesos, la ira y el fanatismo.
McCourt reconstruye
su vida hasta los 20 años de edad, culminando con su retorno a Estados Unidos,
el país que nunca debió haber dejado.
En medio de la
absoluta pobreza las enfermedades van acabando con varios de sus pequeños
hermanos, la irresponsabilidad de su padre hace de su vida una dolorosa travesía
llena de interrogantes. El pequeño Frank busca en un ángel imaginario que (según su
padre) habita en el séptimo escalón de la destartalada casa el amor y
comprensión que tanto anhela.
Lo atractivo de la
historia no es la tragedia que en ella se desarrolla sino la forma en que la
voz de su niñez es rescatada por parte del escritor adulto. Es un niño el que
cuenta, es un niño el que intenta interpretar el mundo de adultos que lo rodea
y es un niño que es protegido de alguna forma por el manto de su propia
inocencia. Una crónica de adultos a través de los ojos de un niño.
Las cenizas de Ángela fue premiada con
el Pulitzer en el año 1997.
Debe ser muy dura esta lectura. Viniendo la narrativa desde la perspectiva de un niño, imposible no pensar en "Sin destino" de Imre Kertész y "Y la familia se fue" de Michael Kimball, ambas historias contadas desde la inocencia de un niño.
ResponderEliminarBuena reseña.