El silencioso Coetzee
El mayor de los sufrimientos se hace en silencio. Pensamientos
impulsados por la memoria desencadenan torrentes de emociones que pueden
manifestarse en gritos, carcajadas y llantos. Pero es el silencio el génesis de
lo humano. Todo escritor nace de la inconformidad, de la duda, de la perdida y
la negación del tiempo. En silencio se construyen mundos donde todo es nada y
nada es todo. El silencio también es un idioma y como todo idioma requiere de
un traductor y ese es el escritor.
Aquel que escribe hace de lo invisible lo tangible. Aquel que escribe es
sensible al entorno que lo rodea, más allá de las palabras y los gestos son los
silencios lo que realmente escucha y observa.
Coetzee ha hecho del imperceptible idioma todo un arte. Para él escribir
es un gesto de rechazo ante la cara del tiempo. Un intento de alcanzar la
inmortalidad.
El silencio también puede ser lo desconocido. Coetzee muestra un gran
interés por las lenguas muertas, aquellas que se han perdido. Escribir se
convierte en una misión de rescate. En su libro Verano editado en el año 2009 desarrolla una historia hipotética de
su muerte, donde un joven biógrafo realiza entrevistas a las mujeres que de
alguna forma alimentaron la vida y escritura de Coetzee. En uno de los
capítulos se presenta a su prima de nombre Margot
recordando una inquietante conversación sobre las lenguas perdidas con el fallecido escritor, a lo
largo del intercambio de ideas ella le pregunta:
¿Qué sentido tiene hablar un idioma si nadie más lo
hace? ¿Con quién puedes hablarlo?
La observa y sonríe, respira y da la siguiente respuesta:
Los muertos. Puedes hablar con los muertos. Quienes
por lo demás están sumidos en un silencio eterno.
Coetzee, más que nadie, sabe del poder de la imaginación, en ella la
vida se vive deprisa .Los supuestos que habitan en ese mundo de ensueño
terminan por afectar las decisiones del
mundo real. En Juventud libro donde Coetzee narra su vida como matemático
en Londres laborando para IBM se va enfrentando con la discriminación del
hombre común, del cual teme y niega en convertirse. Sigue aferrado a las
palabras, a la poesía, formas del arte que lo hacen ver en su consideración un
mejor ser humano justificando así las carencias que lo atormentan. Esa rebeldía
se forma nuevamente en el silencio, allí donde muchas voces se convierten en
una, haciendo de un simple momento toda una vida, de pocos segundos muchos año.
Aquí un extracto del libro Juventud:
(…)la oye escabullirse de la cama y dirigirse de
puntillas al baño del rellano para vestirse. Cuando regresa finge estar dormido.
(…) Le gustaría ser más amable con Astrid. (…) Le gustaría secarle las
lágrimas, hacerla sonreír;
le gustaría demostrarle que su corazón no
es tan duro como parece. (…) Pero tiene que ir con cuidado. Demasiada calidez y
Astrid podría cancelar su billete, quedarse en Londres, mudarse a su casa. Dos
derrotados dándose cobijo uno en los brazos del otro, consolándose: la
perspectiva es demasiado humillante. Lo mismo podrían casarse y pasar luego el
resto de la vida cuidando el uno del otro como inválidos. Así que no insinúa
nada, sino que permanece tumbado con los ojos bien cerrados hasta que oye el
crujido de las escaleras y el ruido de la puerta principal al cerrarse.
La mente siempre juega en silencio, en ella no todo es lo que parece
ser. Ella alimenta esperanzas donde realmente no las hay, da luz donde dominan
las sombras, llena de valor al cobarde y puede hacer de un enano un temible
gigante.
En Foe la protagonista recibe
un duro golpe de la realidad al toparse con el sitio donde su amigo escritor
hace honor a su oficio, lugar que dista por mucho de aquel paraíso idílico por
ella previamente imaginado:
Nada es exactamente como me lo había imaginado. Lo que
pensé que sería su mesa de escribir no es ni siquiera una mesa, sino un modesto
escritorio. La ventana no se abre sobre bosques y prados, sino sobre el jardín.
El cristal no tiene ninguna ondulación. El arcón, más que un arcón es una
valija de correo. Pero todo queda a mano. ¿No le llama la atención tanto como a mí la
relación que guardan las cosas tal como son en la realidad y la imagen que de
ellas nos hayamos podido formar?
Coetzee aunque considera el silencio como idioma sabe que es inservible
sin la interpretación de la escritura. Los gestos pueden comunicar el silencio
pero no son suficientes para entenderlos. La imaginación es un poder
incalculable solo cuando es posible darle vida a través de la palabra escrita.
En Foe Coetzee construye una historia
alterna inspirada en el clásico de Daniel Defoe Robinson
Crusoe, donde una mujer bajo trágicas circunstancias naufraga en la misma
isla donde Robinso Crusoe junto a Viernes habitan. En un punto de la historia
la preocupación de la protagonista se centra en Viernes que es mudo. Ella
intenta comprender sus silencios pero le agobia hacer supuestos valiéndose sólo
de su imaginación, no comprende el por qué Crusoe no ha realizado un método
escrito de comunicación que haría de la convivencia de Viernes más digna, más
humana:
Crusoe nunca quiso enseñarle porque, según decía, a
Viernes no le hacían falta las palabras. Pero Crusoe estaba en un error. Pues
si hubiese sabido hacer a Viernes partícipe de sus propósitos e ideado algún
medio por el cual Viernes pudiera haberle revelado también los suyos, bien
valiéndose de gestos con las manos, por poner un ejemplo, o bien componiendo
con guijarros formas que simbolizasen palabras, la vida en la isla, antes de mi
llegada, hubiera resultado bastante menos tediosa. Y así Crusoe habría podido
hablarle a Viernes a su manera, y Viernes contestarle a la suya propia, y
muchas horas de otro modo vacías hubieran pasado volando.
Coetzee de forma sileciosa nos confirma que la escritura es el gran
testigo de la historia, sin ella no hay mundo.
Como siempre interesante tu visión sobre tus lecturas, y particularmente la de Coetzee, la cual ya hemos conversado. Lecturas pendientes, tanto Juventud, como Verano.
ResponderEliminarSaludos.
Un saludo my friend Jason. Gracias por leer. Siempre es grato compartir las lecturas. Va un abrazo
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